En Andalucía, nuestra tierra, en esta época que precede a la Navidad, es usual encontrar en cualquier esquina un puesto de castañas que, rodeado de la típica humareda y olor característico, ofrece a los viandantes el familiar cartucho de papel de periódico con unas cuantas castañas asadas. ¡Cada vez menos castañas por más dinero!
En los primeros días de mayo pasado, encontré un puesto de castañas en la Piazza di Spagna, en Roma, que me resultó fuera de contexto: por el lugar y la época. Rápidamente tomé la foto que vemos más abajo, en la que podemos apreciar el "cacharro" que utilizan los italianos para asar las castañas y que, comparado con los utensilios patrios, más parece una mesa de operaciones.
Aunque, bien es verdad, que esta comparación lo que nos dice es que el mundo mundial es muy grande y que las costumbres de cada sitio son muy variadas. Puestos a pensar, ignoro si en Salamanca, por poner un sitio, existe la misma costumbre a la hora de vender castañas asadas por la calle.
Y como estamos en un blog que se supone que publica recetas, voy a dar una para asar castañas en el horno. Según he leído por ahí, las castañas son uno de los frutos secos con menor aporte calórico y la mejor manera de comerlas es asándolas, para que "la digestión no sea muy pesada".
Necesitaremos unos 100 gramos de castañas por persona. Precalentamos el horno a 170-190ºC y ponemos las castañas en la bandeja del horno. No olvidemos que hay que hacerles un pequeño corte a cada una para que se hagan bien por dentro. Añadimos sal por encima. A los 15 minutos les damos la vuelta y dejamos otro tanto para que se terminen de hacer.
Con media hora en total es suficiente y las castañas quedan tostaditas y con las cascaras abiertas. Aunque, en ningún caso, obtendremos el sabor característico de las castañas que venden en los típicos puestos callejeros.
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